MUERE OZZY OSBOURNE, EL PRINCIPE DE LAS TINIEBLAS
Por: Redacción
Este martes,
el mundo del rock se vistió de luto con la muerte de Ozzy Osbourne, vocalista
de Black Sabbath y figura icónica del heavy metal, a los 76 años. Su familia
confirmó que falleció “rodeado de amor”, apenas semanas después de ofrecer su
último concierto en Birmingham, su ciudad natal.
Una vida marcada por la
música, el caos y la reinvención
Nacido como John Michael Osbourne
en 1948, Ozzy creció en un entorno obrero en Aston, Birmingham. Su infancia
estuvo marcada por el acoso escolar y una breve estancia en prisión, pero
encontró en la música una vía de escape. En 1969 fundó *Black Sabbath*, banda
que revolucionó el rock con su sonido oscuro y letras sombrías. Temas como Iron
Man, War Pigs y Paranoid definieron el ADN del heavy metal.
Tras ser expulsado de la banda en
1979 por sus excesos, inició una carrera solista igual de influyente. Álbumes
como Blizzard of Ozz y Diary of a Madman lo consolidaron como estrella global.
Su estilo provocador, su voz nasal y su presencia escénica lo convirtieron en
un ícono cultural. En los 2000, su reality The Osbournes mostró su faceta más
humana, entre caos doméstico y ternura inesperada.
Legado musical: más que riffs
y murciélagos
Ozzy vendió más de 100 millones
de discos entre su etapa con Black Sabbath y como solista. Fue el primer músico
de metal en obtener una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y recibió
múltiples premios Grammy. Su influencia se extiende a bandas como Metallica, Slipknot
y Pantera, quienes lo citan como referente esencial.
Más allá de la música, su figura
encarnó la rebeldía, la autenticidad y la capacidad de sobrevivir a sí mismo.
Desde morder la cabeza de un murciélago en 1982 hasta superar adicciones y
enfermedades, Ozzy fue símbolo de resistencia y transformación.
Back to the Beginning: su
último rugido en el escenario
El pasado 5 de julio, Ozzy
ofreció su último concierto en el estadio Villa Park de Birmingham, acompañado
por los miembros originales de Black Sabbath. Sentado en un trono con temática
de murciélago, debido a su delicado estado de salud, interpretó clásicos como I
Don’t Know, Mr. Crowley, Mama I’m Coming Home y Crazy Train. Luego, junto a
Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, cerró con War Pigs, Iron Man y Paranoid.
“Esta fue la última canción de mi
vida. Gracias desde el fondo de mi corazón”, dijo Ozzy al público, en lo que se
convirtió en su despedida definitiva. El evento reunió a más de 40 mil personas
y fue transmitido en línea a millones. Bandas como Metallica, Guns N’ Roses y Slayer
participaron en el homenaje, mientras que Jason Momoa fungió como maestro de
ceremonias.
Ozzy Osbourne no solo fue una
estrella del rock: fue una fuerza creativa que rompió reglas, incomodó al
sistema y dio voz a generaciones enteras. Su música seguirá resonando como un
eco eterno en cada riff, cada grito y cada alma que alguna vez encontró consuelo
en la oscuridad.